sábado, 12 de septiembre de 2009

UN CULTIVO EXOTICO.

Quiero hoy contarles una anécdota que se dió hace un buen tiempo en Villahermosa protagonizada por dos personajes con caracteres tan disímbolos que nadie hubiera pensado en que sus caminos alguna vez pudieran cruzarse. Y sin embargo así sucedió.

El primero de ellos, originario y vecino de Jonuta, Tab., con una condición económica desahogada, dedicado a los negocios del campo, hombre afable, simpático y dicharachero, bromista de buen gusto, pulcro y atildado en su persona, y que, reunido entre amigos era capaz de desarrollar temas de lo más variado dando pareceres y opiniones que a muchos dejaban convencidos de que acababan de escuchar verdades de a kilo siempre y cuando perdiera uno de vista un tonillo entre burlón y sarcástico que se mostraba allá, muy al fondo; pero era persona educada que jamás trataba de faltar al respeto a nadie. Creo que gozaba del aprecio de la mayor parte de quienes lo tratábamos .

Venía a Villahermosa con buena frecuencia, casi siempre de paso para seguir viaje a otras partes del país, pero se quedaba aquí cuatro o cinco días y entonces era asiduo concurrente al Restaurante Azulejos (aquel de Antonio Nemer), primero instalado frente al Parque Juárez y después sobre la calle del mismo nombre, entre Lerdo y Zaragoza. Ahí lo encontraba yo por las noches sentado a una mesa con otros varios amigos y pasábamos buenos ratos escuchándolo contar cuentos muy regionales, sucedidos en los pueblos de toda la zona de Los Ríos, exageraciones jocosas de algunos temas, en fín, veladas agradables y divertidas. No puedo omitir, pues es materia básica de la anecdóta que quiero que conozcan, que tenía cierta fama como estudioso y conocedor de la problemática del campo tabasqueño y que seguido lo buscaban personas para plantearle, comentarle, o consultarle al respecto.

El segundo personaje era un médico, tabasqueño también, que mostraba abiertamente particularidades un poco especiales. Por una parte practicaba una medicina que no dejaba de ser ortodoxa, pero que yo he llamado "medicina de temporal y/o de veleta". Por qué?, porque de repente se ausentaba de Villahermosa dos, tres o cuatro semanas y a su regreso anunciaba que venía de tomar un curso equis y que ahora se dedicaría principalmente a hacer tratamientos a base de electrochoques, por ejemplo, y de ahí en adelante a la mayor parte de los pacientes que acudían a su consulta le recetaba determinado número de sesiones de electrochoques aún cuando no presentaran síntomas que pudieran requerir de ellos. Por ahí apareció de repente el chascarrillo de que las veces que no recibía corriente eléctrica en su consultorio aplicaba los electrochoques con velas para no dejar al paciente desprotegido. En otra ocasión , volvió con una especialidad en cancerología y mediante una relación con otro médico de la Ciudad de México recibía periódicamente grupos de gringos desahuciados en su país y que venían a Villahermosa porque aquí se curaba el cáncer mediante unas "agüitas milagrosas" que les vendía en unas botellitas forradas con papel de aluminio. Bueno, pues éso.

Pero sucedió que este doctor había comprado unas tierras alla en la sabana de Huimanguillo y alguien le hizo saber que ese tipo de tierra llana y reseca, era la mejor para cultivar el marañón.
Ni tardo ni perezoso comenzó a documentarse sobre ese tipo de cultivo -- ustedes han de saber que de la semilla que tiene por fuera el fruto de marañón se obtiene la llamada nuez de la India--y en una de esas fué que se encontró con nuestro amigo jonuteco. Por recomendación de algún conocido mutuo le contó de su proyecto que pretendía desarrollar a gran escala y le pidió su opinión experta. Nuestro experto asintió con la cabeza y meditó un momento, levantó el rostro iluminado con una amplia sonrisa y le dijo: "pero Doctor, qué hace usted perdiendo su tiempo buscando en otras partes esa información, qué no sabe usted que aquí en Villahermosa vive la persona que conoce y sabe más que nadie en el mundo todo lo relacionado con el marañón?.

Ante tal revelación el Doctor se quedó un momento sorprendido y asombrado, cómo va a ser ? y se puede saber quién es esa persona, usted lo conoce?.
Y aquel le responde: pues claro que lo conozco y lo conocen todos los tabasqueños, parece que usted es la única excepción!. Y el Doctor: vaya pues, y se puede saber quién es?.
Pero por supuesto Doctor, se trata de Don Manuel R. Mora, gobernador del Estado, que ya lleva casi seis años sentado a la sombra del marañón que hay en el jardín de la Quinta Grijalva y lo que ese cabrón no sepa del marañón no lo sabe nadie.

En medio de las carcajadas de los que estaban presentes, se levantó de la silla Gello Zubieta, dió las buenas noches y se fué para su hotel...

Este es un recuerdo afectuoso para Gello dondequiera que se encuentre.

No hay comentarios: