
El pozol ya batido lo servía a sus clientes en jícaras pequeñas, también ahumadas, que todo mundo conocía como "cocos" porque eran bien redondas y les cortaban un pedazo para beber la mezcla por esa parte; en un extremo de la mesita sobre un pedazo de papel de estraza, ofrecía dulces de leche, de coco con panela y de coco con piña o de cocoblanco para mordisquear con cada trago de pozol.
Con el pozol amasado, seco, formaba marquetas de más o menos medio kilo que igual vendía a los que querían llevarlo para batir en sus casas y beberlo meciéndose en su hamaca a la sombra de un buen tamarindo. A estas marquetas de pozol se las ha llamado desde siempre "pelotas de pozol" .
Decía al principio que la Vieja Cleofas la Vendepozol caminaba de regreso a su casa por una calle que, aún cuando bastante céntrica, nunca había sido pavimentada, el piso era de tierra rojiza salpicada con mogotes de zacate muy verde a pesar de la sequía de la época, que al pisarlo descalzo daba una grata sensación de frescura. Llevaba guindando de un brazo un morralón viejo y medio agujerado en que acarreaba el pozol y los dulces que le quedaron sin vender. Al pasar frente a la casa de Don Heterodoxo el Botijón, estaba éste medio recostado y medio sentado en un sillón mecedor de mimbre deshilachado a la sombra del corredorcito de adelante, y saludó la Vendepozol:
-- taardes don Tosho qué dice la calor ? , me vasté a coger hoy ? ;
-- si Vieja pero en pelota ;
-- ah qué don Tosho ! orita ya lo traigo todo batido;
-- bueno Vieja, pues a ver si mañana sí te cojo ...
2 comentarios:
Ja ja ja. No conocía esta anécdota . ¡Buenísima!. Me alegraste la mañana.
En realidad se trata de un viejo cuento con libreto adaptado para post.
Con esta profunda reverencia te agradezco el comentario.
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